Pareciera que estamos comunicados con todo “el mundo” cuando en realidad sólo estamos en breve y superficial contacto.
Si bien la tecnología nos permite estar más conectados cada día, no es menos cierto que estamos peor comunicados. Mantenemos comunicaciones tan rápidas y superficiales, que ya las largas y amenas conversaciones van disminuyendo, tanto así que es casi imposible compartir un rato agradable con amigos, padres, parejas e incluso con los hijos, sin que este espacio se vea interrumpido por el sonido de la llegada de un mensaje de texto, llamada, chat o un nuevo correo en el buzón.

La estrategia recomendada: el reto
Es preciso poner toda la atención en la otra persona, no sólo escucharla y tratar de entender su punto de vista, sino descubrir lo que nos está diciendo, más allá de las palabras. La mirada, el tono de voz, la postura y los gestos muchas veces nos dicen más.
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