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¿Tu celular o yo?


Es normal considerar el uso del celular y de otros aparatos de comunicación como una extensión, ya casi "natural", de nuestro cuerpo. Y es que a través de la hiper conectividad a las redes, queremos mostrar cercanía, disponibilidad, responsabilidad, franqueza, conocimiento, y un sinfín de valores y actitudes para mostrarnos como personas de éxito.

Sin embargo, enviar las 20 actualizaciones en Facebook, Twitter o Instagram guarda poca relación con nuestra productividad, creatividad y cercanía con otros. Incluso, podemos estar enviando el mensaje equivocado. Por ejemplo puede indicar que no tenemos nada mejor qué hacer o estamos aburridos con lo que estamos haciendo. O peor aún que las personas con las que estamos no so tan importantes como para dedicarles toda nuestra atención.

Lo más importante...
Cuando le damos un uso excesivo al celular en reuniones familiares, conversaciones con hijos o encuentros de pareja, nos estamos perdiendo de un tiempo valioso que probablemente pueda no repetirse. Y ten por seguro que las personas frente a ti te agradecerán si dejas para más tarde esa actualización de estado, o si postergas unos minutos esa llamada que debes responder.

Por eso, la próxima vez que converses con alguien (sea amiga, pareja o familiar), intenta practicar la "escucha atenta". Presta atención a lo que están diciendo, sin dejarte llevar por tus opiniones sobre el asunto en cuestión. Si lo haces es probable que descubras que atender a la otra persona sin tener la tentación de intervenir no resulta tan sencillo como parece.

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